Las personas dicen que tienen todo cuando poseen dinero, poder, fama y gloria, pero muchas veces les falta lo más importante... el cariño.
Nos situamos en la época de César, que hace de Roma el mayor imperio nunca antes visto, su última victoria: Alejandría. El emperador se encuentra acompañado por un bravucón soldado, Cómodo, conocido como “el Glorioso Soldado”, quien tras acompañar a César desde sus primeras campañas en la Galia y Britania decide regresar a su hogar cargado de esclavos y riquezas … Sin embargo, todo no son buenas noticias; el hijo de Cómodo, Publio, se encuentra al borde de la muerte, motivo por el cual decide buscar incansablemente alguien que le pueda ayudar, hasta que encuentra a Córides, uno de sus esclavos del que nunca antes había escuchado hablar, ni siquiera sabía de su existencia. El soldado, sin dudarlo dos veces suplica a su propio esclavo que haga lo posible por salvar la vida de su hijo, y a cambio recibirá cuantiosas cantidades de dinero; sin embargo, el anciano Córides siente un profundo rechazo hacia Marco, pues le reprocha que fuese aquel el destructor de su propia familia; aunque finalmente siente compasión del joven Publio y decide ayudarlo. Ante la atenta mirada de Flavia, mujer de Marco, el esclavo le administra al joven la pócima con la cual, tras varios días, consigue curarle. El Glorioso Soldado, tras la recuperación de su hijo decide volver con su amigo y jefe César, con quien pretendía ahora invadir Egipto. Así pues, el lugar de “pater de familias” en el hogar de Cómodo queda vacío, y al parecer lo "ocupa" Córides, ya que Flavia y su hijo sienten un gran aprecio hacia el esclavo, pues opinan que gracias a éste, Publio continúa con vida. Córides, un sabio en letras y ciencias, durante la ausencia de Cómodo, decide enseñar al joven de la casa a hablar, leer y escribir en griego. Publio se siente halagado ante las enseñanzas de su maestro y Flavia, por fin, se siente feliz, pues la soledad que invadía la casa durante la ausencia de Cómodo, ahora es llenada por la alegría y el saber de Córides. A pesar de todo, tras un tiempo, Cómodo decide regresar a casa y se percata que todo ha cambiado: Su hijo y su mujer se muestran distantes con él, mientras que el esclavo, a pesar de no tener libertad, ha conseguido unir lo que antes era una familia rota. En ese momento Cómodo se siente solo, triste y vencido; por prima vez observa la sonrisa de felicidad en el rostro de su mujer y se percata que aquello que realmente necesitaba su familia no eran esclavos, sillones de oro o piedras preciosas, lo único que necesitaban para ser felices era el cariño de Cómodo, quien antepuso la fama al amor.
En conclusión, podemos afirmar que esta idea es la que ha intentado plasmar Fernando Martínez Gil en uno de los capítulos del libro “Historia de un libro”, una situación que siempre se ha dado y que, por desgracia, continúa presente en la actualidad en muchas familias; y es que, si no se cuida aquello que se posee, posiblemente, se termine perdiendo …
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