viernes, 23 de octubre de 2009

Evangelio según Eduardo Mendoza



En aquellos tiempos Jesús tenía aproximadamente nueve años y vivía en Nazaret con el resto de su familia. Su padre ejercía como único carpintero de la ciudad, y no eran pocas las veces en que Jesús echaba una mano a su padre en las labores del almacén llevando a cabo pequeñas tareas.

Un día el bueno de José fue acusado de cometer el asesinato del rico Epulón. Este era el hombre más rico de la ciudad y ya hacía muchos años que él y su familia se habían asentado en la ciudad. El tal Epulón era popular por las grandes donaciones que solía dar periódicamente al templo. Las causas por las que se acusó a José del asesinato fueron que pocos días antes había tenido una discusión con el fallecido y que además se habían encontrado herramientas del carpintero en la escena del crimen.

Jesús estaba convencido de la inocencia de su padre, así que decidió tratar de encontrar alguien que pudiera encontrar la verdadera causa de la muerte de Epulón.

En aquellos tiempos corrían rumores por la ciudad de que había llegado a la ciudad un noble romano que iba tirándose pedos por allá por donde pasaba, el nombre de este era Pomponio Flato, este era un pobre filósofo romano que viajaba por el mundo en busca de un agua miraculosa, para llegar a este objetivo bebía todas las aguas que encontraba allá por donde iba, cosa que le producía los gases ya nombrados con anterioridad. Había llegado a la ciudad acompañado por Apio Pulcro, un general romano con su escuadrón que había acudido a la zona para evitar revueltas.

Jesús le ofreció a Pomponio una suma de dinero a cambio de que le ayudara a probar la inocencia de su padre. Lo primero que hizo Pomponio fue entrevistarse con José. El carpintero le aseguró que él era inocente pero que no podía contarle los sucesos reales del asesinato de Epulón.

De camino se encontraron con Juan, primo de Jesús, que les informó de dónde podrían encontrar al criado de Epulón. Se dirigieron rápidamente a los baños públicos, donde estaba Filipo, el criado griego de Epulón. Tras una breve entrevista y sin conseguir ninguna información relevante se dirigieron a la villa del fallecido. Allí se encontraron con la familia del fallecido, la viuda y su dos hijos, quienes echaron de la vila a pomponio y Jesús, ya que el niño había intentado colarse en la biblioteca de la casa, que es donde se encontró el cuerpo del fallecido.

Después de ello parecía que la ejecución se llevaría a cabo esa misma tarde sin ninguna manera de impedirlo, pero a última hora el general Apio Pulcro decidió suspender la ejecución, ya que a su parecer la cruz que José había construido estaba mal hecha, esto era una simple escusa para quedarse en la ciudad unos días más, ya que quería adquirir unos terrenos, pero hasta que no le llegara el dinero no podría llevar a cabo su empresa. La ejecución fue aplazada hasta que el carpintero construyera una nueva cruz, cosa que daba más tiempo a Pomponio y a Jesús para demostrar la inocencia de José.

Tras haber analizado la poca información obtenida de sus entrevistas decidieron ir a visitar a la pecadora pública de la ciudad, ya que al parecer mantenía contacto con el rico Epulón.

Ella les explicó que no debían fijarse en lo que parecía claro del caso, sino en lo que no se podía ver. Continuará…

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